Decálogo para ser un poeta con cojones
¿Eres el típico que cree que los poemas son sobre todo cursiladas? Si la respuesta es sí, entonces prepárate, porque aquí vamos a hablar de testículos y drogas duras.
El poeta mexicano Jorge Cuesta es uno de esos poetas misteriosos y oscuros que se ganó la fama no solo por su poesía, sino porque tuvo una muerte de estrella demoníaca del rock: a los 38 años de edad padeció un ataque de paranoia que le llevó a acuchillarse los genitales, autocastrarse y terminar colgándose de sus propias sábanas en un cuarto de hospital, aprovechando un descuido de los enfermeros.
Un final como este contribuye a fraguar una leyenda, pero lo cierto es que Cuesta fue un tío muy guay y polivalente que en vida hizo de todo: estudiar violín, graduarse como químico y escribir una poesía que las más altas esferas académicas del mundo celebran quitándose el sombrero y fumándose un buen puro.
Y bueno, como la gente así siempre es un ejemplo (¿a quién no le gustaría escribir grandes versos?), hemos extraído un decálogo basado en su biografía para todo aquel que quiera ser precisamente eso, un poeta o poetisa de los grandes.
Decálogo para poetas principiantes que los quieren tener bien puestos y no saben cómo
- Tener alma de alquimista y ser consecuente con ello, ya sea que uno sueñe con transformar estados de ánimo tocando el violín o decida hacerse químico para alterar la materia.
- Estar alerta y saber cuándo abandonar un matrimonio fallido para darle prioridad a su incipiente carrera literaria, que ya va despegando.
- Vale, esto no es imprescindible, pero si uno lleva dos culturas distintas en los genes se ganan puntos.
- Siempre será muy atractivo tener un párpado ligeramente más caído que el otro, especialmente si esto se debe a un accidente tonto ocurrido en la infancia (como ahora estar en brazos de la niñera y ahora ya no, por efecto de la gravedad).
- Ser buen malabarista y combinar la profesión de poeta con la de periodista y la de jefe de una planta azucarera, por ejemplo.
- No ir por ahí siguiendo modas y permanecer fiel a las propias obsesiones: la ansiedad, la muerte, los minerales, la locura, la vida.
- Saber elegir a los amigos o dejar que estos le elijan a uno, es igual, siempre y cuando sean gente talentosa capaz de escribir sobre uno y apreciarle y quererle con todo y sus buenos defectos.
- Coger al toro por los cuernos y prepararse sus propias drogas para consumo personal, nada de ir por ahí contribuyendo al crecimiento de siniestras economías (mejor aún si uno ve la oportunidad de crear un multivitamínico canábico, por decir algo).
- Crear, crear y crear. Pero pensando. Haciendo un pequeño esfuerzo intelectual, vamos.
- Si uno decide irse a dormir antes de que la fiesta termine, poco podrán hacer los demás por detenerle. Pero piénselo bien, no nos vaya a privar de su poesía antes de tiempo.
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