Un antibiótico que sale del coño (literalmente)

La flora vaginal está llenita de bacterias y el estudio de una de ellas ha dado de sí un nuevo antibiótico. Este descubrimiento abre la posibilidad de encontrar, quizás, más fármacos que puedan ser usados en humanos.

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Nuestra gran batalla contra la enfermedad se centra, en un buen número de ocasiones, contra la los patógenos externos. Recordarás con cierto halo de tiempo pasado la reciente paranoia mundial con el tema de la gripe A. En las palmas de tus manos hay millones de bacterias y si hablamos de tus mucosas… Aún pueden haber más.

Algunas bacterias tienen más maldad que Cruella de Vil en una perrera municipal, otras coexisten en nuestro organismo protegiéndonos de las primeras. Algunas son fácilmente «eliminables» mediante antibióticos y otras se han convertido en «súper bacterias» más resistentes que la carcasa de un teléfono Nokia.

Precisamente los antibióticos, encargados de matar bacterias malas, han hecho que algunas de ellas hayan mutado para convertirse en «super bacterias». Eliminar a las nuevas bacterias mutadas no es nada sencillo.

El estudio al que os hacemos referencia, y que ha sido publicado por algunas cabeceras de ciencia importantes como Materia, se ha centrado en los bichitos (llamémosles así de manera cariñosa) que conviven en tus mucosas (boca, genitales, intestinos, etc.)

Varias universidades como la de California y Harvard desarrollaron un antibiótico a partir de una bacteria vaginal que es capaz de curar varias infecciones vaginales. Parte de su estudio estuvo apoyado en el conocimiento de ADN humano del Human Microbiome Project que ha secuenciado nuestro código genético.

Quédate con este bonito nombre lactobacillus gasseri pues es el nombre del bichito en cuestión que, desde 2014, ha ayudado al desarrollo de esta base científica. Además los lactobacillus gasseri aceleran el metabolismo y podrían además ser reguladoras del peso en casos concretos. Un estudio de 2010 sobre esta misma bacteria afirmaba que reduce la grasa abdominal y el tamaño de la cintura. Parece ser que, además de en los coños (con perdón) este bichito se encuentra en algunos alimentos fermentados como el kéfir o el chucrut.

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