007: Un cuco muy ‘British’

La era Daniel Craig en la saga Bond ha sido una bendición. Un soplo de aire fresco. No obstante, confieso que yo también era de los que dudaba con esa elección. Como volverá a pasar en breve. Y pasó en su momento con el anterior y el anterior y así sucesivamente.

No había hecho gran cosa. Un secundario en una de las películas más interesantes de los últimos tiempos de Spielberg. Y un protagonista en la independiente Some voices y en la reivindicable Layer cake, del siempre heterogéneo Matthew Vaughn. Poco más. Su físico algo tosco de gimnasio, sus ojos azules y pelo rubio no ayudaban. Las dudas eran entendibles (mucha responsabilidad) e incluso llegaron a decir que era bajito… Pero también es cierto que ninguno de los actores que han encarnado al espía más famoso tenían una gran carrera a sus espaldas en el momento de la elección.

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Finalmente Daniel Craig reinició la saga con Martin Campbell (director responsable del anterior reinicio con Goldeneye). Y Casino Royale no sólo fue un éxito rotundo de crítica y público sino que de repente a muchos nos pareció que Pierce Brosnan había envejecido 50 años. Daniel Craig consiguió redefinir el personaje. Un Bond más duro, más seco y en definitiva más real. Nos dimos cuenta que este 007 no sólo era el protagonista indiscutible sino también el sex symbol. Exhibía palmito en la playa como si fuera Halle Berry y tomaba los Martini con vodka sin tantas florituras.

Era rompedor pero mantenía las esencias. Un Bond irónico que emparentaba con Connery. Se recuperaba el espíritu primigenio. Las partidas de póker con el villano volvían a ser míticas. La chica volvía a tener personalidad y voz propia y no se limitaba a ser un mero florero. Y la frase marca de la casa se dejaba para un final sensacional.

Este Bond nos gustaba. De hecho, el marido de Rachel Weisz es el único intérprete nominado a mejor actor en los Bafta encarnando este personaje.

Luego llegó Quantum of Solace y el bajón de calidad fue importante aunque se mantenía a flote con dignidad este 007 con aires a lo Steve Mcqueen. A resaltar el inicio con la escena de la persecución en el Aston Martin. Incomprensible que en la era Brosnan traicionaran una de sus señas de identidad haciéndole conducir al agente al servicio de su majestad coches alemanes. Una cosa es llevar un Lotus ocasionalmente o incluso un Citroën 2 caballos. Pero tanta publicidad de algo tan poco británico era un error. Error que finalmente fue subsanado.

Para la tercera película llegaría Sam Mendes. Director inglés con una corta pero sensacional carrera a sus espaldas. Otro punto que jugaba a favor era que director y actor ya se conocían del rodaje de esa obra maestra llamada Road to Perdition.

La etapa Craig con el bueno de Mendes entró en una nueva fase. Más solemne. Más profunda. Algunos dicen que hay ecos del Caballero Oscuro de Nolan en Skyfall. Puede que tengan razón. En el fondo son personajes que se asemejan en su psicología y orígenes. Eso es innegable. También es conocido que el director de Memento es fan de la saga. Ojalá podamos verle dirigir en el futuro alguna película del sicario más elegante.

Skyfall es superior a la decepcionante segunda película y aunque es discutible si es mejor o no que Casino Royale se nota ese cambio de tono. Es una película comercial que tiene que pasar por determinadas servidumbres artísticas típicas de este tipo de films pero aún con todo se percibe la huella de su autor.

Es un viaje al pasado como se dice en una escena. También es el momento de la despedida de algún personaje mítico. Y ante todo presenciamos una de las némesis o enemigos más potentes que ha tenido que sufrir nuestro adorado agente secreto. Ese Silva. Ese maravilloso Javier Bardem. Esas dos ratas dentro de un cubo. Toda la larga escena de presentación saliendo del ascensor y el diálogo posterior que mantienen es de los mejores momentos que se han visto en toda la historia de la saga. Y soy consciente que eso es decir mucho. Incluso se vuelve a romper un cliché o tabú muy fuerte con esa insinuación gay. Otro acierto y actualización de un personaje tan extremadamente heterosexual hasta ese momento.

El intérprete español se mete en la piel de un villano extravagante como no podía ser de otra manera. Con defecto físico como debe ser. Y con un pasado tormentoso. Es exactamente lo que el propio Bond teme que pudiera llegar a convertirse. Es tan bueno que una de las cosas que achaco al director es la poca presencia en pantalla que tiene.

Un defecto en el que vuelve a incidir en Spectre con el rey de los malos. El capítulo final de esta historia. De este mega-relato. Es un digno final y la calidad se mantiene. Pero siendo Mendes esperaba una traca final más impactante. Mantiene el nivel de Skyfall hasta la reunión en Roma. A partir de ahí todo da sensación de ya visto. El tenebrismo se pierde para dar paso a localizaciones exóticas que dejan sensación de un déjà vu permanente y de estirar el chicle innecesariamente.

Tampoco entiendo la escasa presencia de Monica Bellucci y el protagonismo absoluto de Léa Seydoux. A la actriz francesa desde el primer encuentro se le nota la falta de química que tiene con Craig. Al final Bond hace lo mismo que el marido de la viuda italiana. Alguien que se enamora perdidamente de Vesper Lynd (y quién no); no puede luego retirarse de su oficio con una guapa aunque sosa hija de un antiguo rival. Mo me encaja. La Bellucci era un personaje más cercano a la Eva Green de Casino Royale. En todo caso, es cuestión de gustos.

Sobre Christoph Waltz por una vez hay que decir que no está del todo brillante en su papel del icónico Ernst Stavro Blofeld. Y el final resulta hasta frío teniendo en cuenta su pasado común. Creo percibir que a lo mejor el realizador estaba más pendiente de los homenajes finales que de desarrollar la historia adecuadamente. Mayordomo y gato incluido. Tampoco era fácil rellenar el hueco que dejó Donald Pleaseance y volver a la vida un personaje que hacía mucho tiempo no aparecía en este universo cinematográfico.

En cuanto a la supuesta influencia de ese inesperado competidor y espía amnésico de la CIA encarnado por el siempre encantador Matt Damon. Creo que se reduce al modo de rodar las escenas de acción. La cámara nerviosa de Greengrass, (en ocasiones mareante) aquí resulta más estable y creo que se trata de una influencia discutible. Son blockbusters con espía de protagonista. Hasta ahí creo que llegan las similitudes. No encuentro muchas más. Lo que no se podía seguir sosteniendo eran escenas supuestamente espectaculares como la de Muere otro día y la ola aquella de infausto recuerdo. Todo un ejemplo de comedia involuntaria.

Ahora los responsables de esta historia que nunca acaba, tendrán que volver a acertar en el casting. Ardua tarea y muchos candidatos como siempre. O no tantos debido a esos requisitos tan especiales. Suenan Michael Fassbender, (quizás demasiado quemado por la saga X-Men) Idris Elba (actor en auge y que da el perfil, a parte de suponer otro tabú que se rompería para bien) o Tom Hiddleston (otro actor demasiado asociado a un personaje Marvel) entre otros.

Firmo que las películas que vienen y el nuevo agente 007 sean como mínimo igual de buenas que las de esta última época.

Sólo me queda darle las gracias a Daniel Craig y el resto de profesionales que nos han hecho disfrutar con el mejor Bond desde Sean “Escocia Forever” Connery.

Manuel Cobo

Manuel Cobo

Abogado no ejerciente y cinéfilo empedernido. Siempre en decadencia.

Un comentario en “007: Un cuco muy ‘British’

  • el 2016/11/16 a las 13:30
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    GRAN ARTÍCULO. Para mi casino royal es la mejor de las cuatro sin duda. Idris Elba? un poco arriesgado no?

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