Amenábar en la encrucijada

Seis años llevaba Alejandro Amenábar sin dirigir una película. Son muchos, aunque un genio como Peter Bogdanovic llegó a estar, entre el 2001 y el 2014, trece sin sacar nada a la luz. Lo cierto es que desde la malograda Ágora, el oscarizado cineasta nacido en Chile decidió tomarse un tiempo entre un largometraje y otro. Un tiempo de reflexión y maduración, de creación y elaboración.

Alejandro Amenábar y los productores de su nuevo trabajo 'Regresión' de EnfoqueXL @ Flickr
Alejandro Amenábar y los productores de su nuevo trabajo ‘Regresión’. Imagen de EnfoqueXL @ Flickr

Tan larga espera elevó sobremanera las expectativas. No solo porque hubiera permanecido más de un lustro en la sombra, sino porque con Regresión volvía al cine de un género, el thriller-terrorífico, que le había hecho destacar como realizador. Poco hay que añadir a todo lo escrito ya sobre sus inicios, Tésis y Abre los ojos, dos cintas tan modestas como interesantes. Mar Adentro funcionó bien, con ella ganó un Oscar que le permitió abrirse al exterior y no volver a tener que preocuparse por límites presupuestarios, dentro, claro, de lo razonable. Entonces llegó Ágora, un proyecto personal, arriesgado por la producción que llevaba detrás, y también en cierto modo por la temática. Una apuesta suya, algo irregular –aunque interesante en muchos aspectos– que supuso un auténtico batacazo en taquilla, y entendemos que una desilusión para Amenábar, al que probablemente le costará volver a dirigir una cinta que no se ajuste al género que domina.

Entre tanta expectación, sin saber muy bien a qué se enfrentaba el público, Regresión veía la luz como la vuelta de Amenábar al cine de género. Fue presentada al mundo en la apertura del Festival de San Sebastián, dicen que porque ningún otro festival se había interesado por ella. La crítica, inmisericorde, fue casi unánime. “Triste equivocación”, titulaba Luis Martínez para el diario El Mundo una crónica en la que describía la película como “la menos inspirada y más artificial de Amenábar”. “Decepción”, se leía en el encabezamiento de Infolibre, que decía que la película era “un thriller psicológico que promete mucho más de lo que finalmente da”. “Regresion se queda en tierra de nadie”, señalaba el crítico de la estadounidense Variety. O, más benevolente, Jonathan Holland, cronista de The Hollywood Reporter sostenía que “es inteligente y envolvente, pero arriesga poco”.

Salvo algunos como Rodríguez Marchante, responsable de cine del diario ABC, o Carlos Loureda, en Fotogramas, la crítica en general coincidió en que uno de los mayores errores de Amenábar residía en la falta de concreción, de posicionamiento, de riesgo. Precisamente lo que le sobró en Ágora. En aquella los problemas vinieron por exceso y aquí, por defecto. Demasiada cautela en una película muy académica en el peor sentido de la palabra. Formalmente impecable, la cinta se revela como un thriller noventero sin novedad, sin aportar nada nuevo, inofensiva, prudente, sin autoría. 

Tampoco la taquilla ha estado hasta ahora de su parte. Siendo la película española (conviene no olvidar que parte de la producción es canadiense) más taquillera en lo que llevamos de año, no está recaudando todo lo esperado. Es cierto que es una de las cintas, al menos a priori, más interesantes de la cartelera actual, y que en su primer fin de semana acaparó un 40% de la recaudación total. Pero fijándonos en el global (7,9 millones de euros en 600 salas), y aunque se sitúa por encima de su anterior trabajo, Ágora (5,37 millones de euros), sigue muy por debajo de los 18 millones que costó producirla. Las bajadas de público en películas de cartelera como El Desconocido, Irrational Man o Everest, con descensos que llegan al 34, 31 y 39%, respectivamente, no parecen deberse a la irrupción de una Regresión fuertemente afectada por las críticas y el boca a oreja de la calle. La última palabra la tiene el público extranjero, especialmente el estadounidense, al que va dirigida la cinta de manera evidente.

Es pronto para anunciar -pese a que a algunos agoreros les ha faltado tiempo para hacerlo- que estamos ante el ocaso de uno de nuestros directores más prestigiosos. La duda existe, y será su próxima película -y la recaudación final en Estados Unidos- las que dictaminen si ha sido solo un bache o una nueva dinámica en la carrera del director. Con un poco de suerte no habrá que esperar otros seis años para desvelar el misterio.

Carlos Rico
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Carlos Rico

Periodista cultural especializado en análisis crítico de cine y series de televisión. También he desempeñado como periodista deportivo escribiendo para Hockeynoticias.com y Vavel.com. Máster de Crítica Cinematográfica en ECAM. https://twitter.com/kinocine_

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