El Efecto Jauría
La masa responde en masa
Aunque muchas veces no podemos tomarnos en serio todo lo que nos cuentan, el cerebro humano es dado a las acciones colectivas. Como una herramienta de supervivencia aquello que la mayoría hace, él lo imita, pues mientras que no pueda decidir cual es la respuesta correcta, la de la masa es siempre la más adecuada. De este modo acabamos tomando decisiones ajenas como si fueran propias. A este efecto le denominamos el Efecto Jauría.
Cuando una afirmación, sea cierta o no, es incómoda para una mayoría de la población, el pensamiento global toma las de Villadiego. Conocemos numerosos casos en los que una turba de personas toman la decisión de enfrentarse a alguien porque produce incomodidad.
La rotura de la estabilidad emocional del ser humano es tomada, generalmente, como una gran afrenta. Cuando un individuo, o una organización, expresa una opinión que la mayoría silenciosa no quiere escuchar, la respuesta tiende a ser violenta y exponencialmente contraria.
Pondré un ejemplo: quien me dio pie a pensar en esta actitud fue la presentadora de televisión Mariló Montero. Un comentario en su sección de opinión en Televisión Española incitó a miles de personas a volcarse en contra de ella y a condenar su opinión como contraria a lo que se debe opinar.
En frío muchos de estos que pensaron en quemar a la señorita Montero en la hoguera, hubieran defendido el derecho a la libertad de opinión, aún a pesar que el tema de la memoria celular fuera una cuestión baladí para ellos. El sentimiento democrático alberga la posibilidad de decir en público lo que uno quiera, aunque suene a locura o tontería.
En este caso en particular sonó frívolo por parte de la presentadora, pues desató el tema justo al saber que un asesino se había suicidado tras ser acorralado por la policía. La respuesta en la Red fue desmedida.
Ciertamente el tema de la memoria celular es un tema que subyace incluso a nivel científico, es decir que no se sabe hasta qué punto un órgano puede almacenar algún tipo de recuerdos. Pero aunque no estemos hablando de tener la mente de un asesino en nuestro cuerpo, recordemos que para evitar cualquier tipo de trauma o pensamiento relacionado, los trasplantes en España son anónimos.
Volviendo de lleno al tema del Efecto Jauría, y cómo la mayoría silenciosa obedece a la irracionalidad de la minoría arengadora, analizaremos un último aspecto: ¿Es posible darse cuenta de que uno forma parte del Efecto Jauría?
Sin duda es posible no formar parte del grupo que se suma a una opinión concreta simplemente tratando de razonar si formamos parte del pensamiento global, o si prevalece nuestra sincera opinión.
Subyacen dos niveles de empatía, una es la que sufrimos al protegernos de la mayoría social adoptando el mismo rol que ellos. El nivel más profundo de empatía es reflexivo y más dado a proteger a los débiles, o incluso a declinarse por «la verdad.
Otra pregunta que dejaré en el tintero para próximos artículos será: ¿Es posible que se use este efecto con intereses partidistas? Sin duda hablamos de controlar la opinión del hombre-masa.
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perfecto muy buen post esta bien ilustrado