Ética para Twitter (2): Saliendo de la caverna

Durante miles de años los homínidos han precisado de algo tan indispensable como la unidad. La misma que sirve para indicar al ser supremo, que es único, o para poder hacer equitativo el intercambio de valores. En algunas cavernas Se empezó con un arbitrario intercambio de de hijas fecundables por pieles de animales para el abrigo. Más tarde la comida y otros bienes entraron en el juego.

Por alguna razón extraña acabamos intercambiando algo llamado monedas, y le dimos un valor simbólico que nos permitía conseguir más comida y tristemente más hijas fecundables. Hoy por hoy tenemos complejos mercados que mueven dinero virtual, dinero que llamamos deuda y que se ha traducido en una crisis profunda que dañará, además, a lo social en todos los niveles.

A las hijas fecundables les llamamos usuarios de Internet, y son usados como moneda de cambio para mover más dinero virtual dentro del plan más perverso que haya creado la humanidad, una humanidad virtual. En Twitter, dentro de esta universo dos punto cero, existe una carencia de respeto a la humanidad.

Leí hace pocas horas un tuit de un usuario que comentaba el hecho de que se pedía a nivel internacional el derecho a la Libertad de Expresión. En España tantos años reprimida hemos adoptado una perversión antagónica que es la Obligación al Derecho de Expresión.

Las responsabilidades sobre la convivencia se ha quedado sin firmes pilares que la sostengan. Las nuevas generaciones de españoles afirman cosas como: «soy siempre sincero», «eso es lo que hay», «nunca cambies», «odio la mentira». Todo es muy valido, pero se marchita el respeto a los demás en aras del ser individual.

Para colmo los individuos nos multiplicamos exponencialmente en la red, tenemos tantas personalidades tuiteras como cuentas de correo electrónico administremos. Las empresas ahora hacen estrategias en la Red y crean perfiles comerciales de la marca, especiales para una campaña, o incluso pueden llegar a falsear individuos. ¿Qué sucede con esa honestidad? ¿El odio a la mentira? ¿El nunca cambiar? En definitiva huimos de eso.

Creado por Ph7labs

Falsos usuarios virtuales

Una conocida agencia de publicidad en Barcelona había negociado con una importante marca de refrescos una campaña de publicidad de éxito. Especialmente orientada al target «hombre joven que consume mucho deporte» (¡ojo a la palabra consumir!), pensaron en una aplicación que se nutría de tuits acompañados de un determinado hashtag. Durante un importante encuentro deportivo a nivel mundial esta marca iba a tener una penetración en gran número de consumidores gracias a la idea de esta agencia.

La firma de refrescos pagó una importante suma de cantidad, y por eso el comercial aseguró que la brillante idea de su copywriter acabaría aportando la, nada desdeñable, cantidad de un millón de usuarios únicos.

La URL (unreal life) no puede superar a la IRL (real life), aunque se diga que a veces la ficción…
La previsión de usuarios a los pocos días era más bien pequeña, nada optimista para conseguir ese millón de comentarios. La metida de pata del comercial obligó a los copywriters y al departamento técnico a crear miles de usuarios falsos que diesen volumen a tan magnífica mentira.

Hay gente en Internet que puede que no exista, y los que existimos nos hemos convertido en moneda acuñada de doble valor facial. El usuario real y el usuario virtual no se corresponden.

De personas a monedas/usuarios

Cada red social ha creado su moneda de venta publicitaria. En Facebook les llamaron «Amigos» o incluso «Fans», en Twitter son «Seguidores», y en algún momento no nos extrañemos de nuevos conceptos que definan a los usuarios dentro de una «audiencia potencial». Nos hemos convertido en parte de la negociación a cambio de obtener «servicios gratuitos».

El sistema en sí no es malo. Una empresa ofrece servicios a cambio de negociar sobre nuestra existencia. Nosotros aceptamos porque a cambio tenemos correo gratuito, podemos intercambiar fotos, podemos intercambiar información. Twitter nos da todas estas posibilidades, pero además el incentivo viene doblemente gratificado: ganar influencia social

Más followers que tú, más repercusión social

El número de usuarios es un elemento de competición. Si bien en Facebook se limita al grupo de amigos y existe una barrera psicológica de 100 amigos, en Twitter el límite está en el infinito. Cuantos más usuarios tienes más cerca estás de Lady Gaga o de Justin Bieber. La fama, el reconocimiento social es un premio en la más que competitiva red social.

Sin embargo toda competición se llena de tramposos. El contenido, como elemento esencial del intercambio de información, se duplica, se falsea, y se deja de contrastar.

Algunos periodistas se lamentan porque dentro del Social Media existen falsos informadores, siguiendo la línea platónica diríamos que son porteadores que llevan bultos, fingen que esos bultos son objetos, pero en realidad son sólo bultos. Hablamos de la manipulación para obtener más usuarios, de manipulación para promover tendencias, de tendencias para vendernos más y más. ¿Dónde está el límite ético?

El mercader de usuarios

Hammy horror © Joshua Hoffine

En mi trabajo como copywriter he de asumir mi parte de responsabilidad a la hora de comercializar todo tipo de productos que van a comprar usuarios de forma innecesaria, en algunos casos. Pero la ética me dice que hago anuncios, es decir que acerco la realidad a los compradores para que puedan escoger y adquirir bajo su propia libertad de decisión.

En Twitter se ha abierto una cacería de usuarios que se reparten entre gurús, portales de marketing y lo peor de lo peor: los mercaderes de usuarios, pero de eso hablaremos mañana.

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

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