Netflix en España: un desafío mutuo

La compañía de video por demanda desembarca en nuestro país con la tranquilidad que le da la consolidación lograda en otros países pero con el gran objetivo de triunfar en un territorio con elevadas tasas de piratería y con el arraigo del todo gratis, especialmente en temas culturales y de entretenimiento. La empresa, afincada desde 1997 en Los Gatos, California, ha revolucionado el modelo de consumo del entretenimiento con casi 70 millones de suscriptores en 40 países, pero sabe que echar raíces en España no va a ser tarea fácil.

Netflix Magazing :: Imagen de Christopher @Flickr
Netflix Magazing :: Imagen de Christopher @Flickr

El catálogo inicial será reducido, nada que ver con el mexicano, el canadiense o el estadounidense, donde la compañía lleva casi una década operando por Internet (hasta 2007 su servicio se limitaba a envíos de DVD por correo ordinario). Se irá ampliando semanalmente y los estrenos de producción propia se realizarán, como acostumbra la compañía, de una sola vez; esto es, el día del estreno estarán disponibles todos los capítulos de la temporada.

Pero existen dos importantes hándicaps que dificultarán su asentamiento. El primero, consecuencia de una falta de planificación o de una estrategia negociadora francamente deficiente, es que Netflix no contará con los dos grandes buques insignia de producción propia: Orange is the new black, de la creadora de Weeds, Jenji Kohan, y House of Cards, de Beau Willimon, son propiedad exclusiva de Canal+, que las adquirió antes de su estreno en Estados Unidos. Sin duda un gran error que beneficia a uno de sus principales competidores y que limita un catálogo no demasiado vistoso inicialmente.  La segunda carencia importante es la relativa a estrenos de producciones ajenas. La política de la compañía estadounidense es clara al respecto: no adquiere los derechos de las series que se están emitiendo actualmente, sino que lo hace con un año de retraso, por lo que se podrá disfrutar al completo de series ya acabadas como Breaking Bad, Dexter, The Office, Prison Break o Sons of Anarchy, pero no de las últimas temporadas de The Walking Dead, Homeland o The Good Wife, todas en Netflix pero sin acceso a sus temporadas más recientes. Tampoco cuenta con series de la HBO ni con estrenos de cine o posibilidad de alquiler online. Su catálogo limitado se irá ampliando progresivamente, pero para ver estrenos y series recientes habrá que esperar.

La piratería y la fuerte competencia son los dos grandes desafíos a los que se enfrentará la compañía de California. España está acostumbrada a pagar por ver fútbol y otros deportes, pero no por contenidos culturales, y menos a través de Internet. Un estudio reciente, realizado por la Coalición de Creadores, cifra en 1.700 millones de euros las pérdidas de la industria de este sector, y señala que hasta un 90% de los contenidos que se consumen en Internet en nuestro país se realizan de forma ilegal. Y no será por falta de oferta: desde Filmin (8000 títulos en su catálogo), Wuaki TV (que ofrece un servicio similar a Netflix), hasta Yomvi de Canal+, o los paquetes de televisión por cable que ofrecen desde hace poco teleoperadoras como Orange, y Telefónica (que adquirió recientemente Canal+) permiten visualizar un amplio número de contenidos por Internet o  a través de la televisión.

Según ha trascendido, un 20% del catálogo acabará siendo de producción española, aunque el porcentaje actual es mucho menor. Contará con la opción de visualizarse en versión original o doblado al castellano, con varios idiomas de subtitulado. Tablets, smartphones, smart TV, consolas, ordenadores y portátiles con conexión a Internet serán las plataformas en las que se prodrá consumir esta nueva forma de televisión en la que es el usuario y no la parrilla televisiva el que determina  qué ve y cuándo lo hace, sin anuncios, con posibilidad de pausas, de elaborar listas de favoritos y con recomendaciones en función de los gustos y del material reproducido anteriormente por el usuario: televisión personalizada, entretenimiento a la carta.

El inicio del fin de la televisión digital tal como la conocíamos hasta ahora ha llegado. Tardará años en implantarse, ya que los cambios importantes son graduales, pero ocurrirá. Netflix no es solo proveedor de contenidos sino que desde hace poco tiempo también es productor audiovisual y genera los suyos propios. Aparte de las mencionadas House of Cards y Orange is the new black, que ya compiten de igual a igual en los Emmy con series de canales en abierto, de cable y premium, ha producido documentales nominados a los Oscar como Virunga, o ambiciosas producciones internacionales como Narcos o Beasts of No Nation, la nueva cinta de Cary Fukunaga (cineasta encargado de dirigir la fascinante primera temporada de True Detective), que se estrenó mundialmente en Internet.

El desembarco del gigante estadounidense supone un desafío mutuo en nuestro país. Para la compañía  del servicio de streaming porque luchará por hacerse un hueco en un panorama difícil, con altos niveles de competencia en el sector y con una población acostumbrada al ‘todo gratis’ y a la laxitud de la legislación en materia de piratería; y para el público español porque siempre ha aludido a la falta de oferta legal para justificarse a la hora de descargar contenidos con copyright de forma gratuita. Aunque el catálogo inicial sea francamente pobre en nuestro país, extensiones como Hola, que modifican el VPN y nos permiten contar con el catálogo estadounidense, amplísimo e inabarcable, son sólo un aliciente más para embarcarse. El primer mes es gratis. Ya no hay excusa.

Carlos Rico
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Carlos Rico

Periodista cultural especializado en análisis crítico de cine y series de televisión. También he desempeñado como periodista deportivo escribiendo para Hockeynoticias.com y Vavel.com. Máster de Crítica Cinematográfica en ECAM. https://twitter.com/kinocine_

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