DecodificAndo: el antónimo de procrastinar
Si eres de los que intentas no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy te alegrará saber que igual es aún peor hacer ahora lo que puedes dejar para más tarde.
Y… como primera excepción, deberías ya mismo leer el por qué.
En una viñeta de humor de un periódico un personaje que se encuentra de pie le dice a otro recostado: «No estarás procrastinando un poco?» Y el personaje recostado contesta: «Eso quería pero finalmente voy a procrastinar más tarde.»
Desde el sofá difícil no torcer la boca pero es que la procrastinación, esa tendencia a dejar todo para más adelante, no tiene buena prensa. Sin embargo, ya en 2013 un estudio universitario acuñaba el término «pre-castinacion» para señalar que si la procrastinación es un mal hábito, lo es tanto su contrario ya que conduce a gestos inútiles, un colmo en la sociedad hiper eficaz del rendimiento.
El ejemplo más patético es el de toda esa gente que se levanta en el avión antes que la aeronave estacione. Como siempre con los extremos mejor no elegir ni una cosa ni la otra. Ni el primero ni el último, sino levantarse atinadamente, casi un no movimiento.
El movimiento pertinente es constante porque es el que no se aleja de mí, petrificado pero acertado, víctima de una doctrina que lo desfigura, donde hacer cosas, no quedarse quieto parece ser la regla, donde el remedio a todo siempre es el mismo, moverse.
Pero moverse literalmente, apartando toda verdadera acción, como los sky puppets, esos muñecos publicitarios inflables que se mueven por el aire que sopla desde abajo un enorme ventilador. Como los brazos de esos muñecos, no hay nada más inactivo que imponerse la acción, porque ese movimiento es impávido, inerte, víctima de un aire que, soplando sin descanso, mantiene los brazos prisioneros de un flujo inútil, un meneo estéril, un ajetreo vano. Cuando el movimiento es desatinado mejor quedarse inmóvil.