Somos polvo de estrellas aguardando regresar a nuestro origen

Desde pequeñita siempre me ha gustado mirar al cielo, ver la luna y las estrellas para mí es algo mágico y que me hace reflexionar sobre lo que hay afuera y los que nos rodea.

“Sé humilde pues está hecho de tierra. Sé noble pues está hecho de estrellas.”

(Antiguo proverbio serbio)

Hace unos días leí un artículo que me hizo reflexionar acerca de lo que realmente somos.

En el artículo había una frase de la astrónoma Michelle Thaller: “Somos sencillamente estrellas muertas que, cada noche, elevamos la mirada a nuestro lugar de origen.”

Una de las preguntas que siempre me he hecho es cómo se origino realmente el universo. Vivimos una era en la que los descubrimientos astronómicos, físicos y de otras ciencias afines nos asombran y nos dan qué pensar sobre cuál es el origen real del universo. Observamos estupefactos los procesos que ocurren a cada instante frente a nuestros ojos, aunque a veces no los comprendemos bien.

Recuerdo que hace un tiempo leí una pequeña reflexión de Carl Sagan que por lo que veo continua vigente, y decía lo siguiente: “Todos somos polvo de estrellas, que las estrellas y nosotros, el mundo en el que nos encontramos y que nos rodea, compartimos una especie de hermandad secreta, cósmica, irrevocable.”

La cuestión que se me plantea es realmente vivimos y sentimos como queremos, y lo más importante somos conscientes del sentido de pertenencia y de los instantes maravillosos que vivimos en nuestra vida y que estamos conectados en cierta medida con el universo.

Quizás creamos que esto de ser polvo de estrellas que aguardan a regresar a su hogar sea algo ilógico o fantasioso, pero y si realmente es así, la ciencia lo está demostrando y los avances tanto científicos como tecnológicos no cabe duda de que nos lo mostrarán.

También se suele decir que estamos hechos de polvo de estrellas, pero en ocasiones vivimos en la oscuridad. No nos damos cuenta que cuanto más oscura está la noche, más relucen las estrellas. En ocasiones, nos basta con asomarnos a una ventana y admirar esa infinidad para tomar aliento e inspiración, y sentirnos calmados y en paz.

Sin embargo, las personas solemos navegar a veces en los océanos de la oscuridad, en esas marismas de la infelicidad perpetua y en esos áridos territorios donde ya no crecen las semillas del amor propio.

Pero sin duda, creo que deberíamos comenzar a brillar, por nosotros y por los demás; si algo nos caracteriza a las personas es la esperanza, nuestro afán por ayudar a otros y luchar a su vez por la supervivencia común. Si bien es cierto que a menudo nos olvidamos de cómo brillar, siempre habrá alguien a nuestro lado que nos alentará a recuperar la fuerza y el aliento.

Porque sin duda no hay nada como acariciar el alma de una persona para percibir a su vez la grandeza del propio cosmos.

Beatriz Infanzon
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Beatriz Infanzon

Nacida a mediados de los años 80. Creo historias emocionales utilizando técnicas de storytelling, branding emocional y el poder de las Redes Sociales. Amante del cine, un buen libro, la música, las series; me considero una persona ecléctica, abierta a nuevos proyectos y colaboraciones. Sonrisa como filosofía de vida.

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