Social Media killed the blogger star

Aquella época en la que abrirse una cuenta de Blogger o Fotolog te abría la puerta a expresarte en Internet es un mero recuerdo del pasado. Llegó Facebook y otras redes sociales se unieron en la injusta batalla por dominar el contenido en Internet. ¿Qué ha pasado con el movimiento «subversivo» que escribía sin la ambición de ser un influencer?

Cuando The Buggles cantaban aquello de «Video killed the radio star» no estaban sentando la base de la canción protesta versión POP.

Corría el año 1979, año de publicación de este sencillo, cuando las emisoras de radio simbolizaban la fuerza mediática en la que los ciudadanos de Estados Unidos confiaban para informarse y entretenerse. La irrupción de la televisión ya había amenazado con reducir el consumo de la radio pero por factores de todo tipo eso no sucedió. Un medio visual, moderno e inexplorado como la televisión llevaba desde los años 50 en el mercado pero bien porque el coste de los televisores era elevado o porque no era tan transportable como un transistor, la penetración social de este medio tardó en generalizarse.

En los años 80 la tecnología sufrió una bajada de precio considerable, en gran parte porque Asia en general y Japón en concreto se hicieron un hueco importante en la tecnologización de los hogares estadounidenses y europeos. Sí, aumentaron los hogares con tele y pasó de ser un elemento presidencial en los salones a aparecer en el cuarto de los padres o la cocina.

A los británicos The Buggles no los conocía ni el tato cuando formaron su grupo en 1977, en plena ola del New Wave y el Pop Sintético. Aprovecharon el éxito de otra cantante, Tina Charles, que era más conocida en aquél momento para darse a conocer y fue la suerte la que les dio a conocer con su álbum «The Age of Plastic».

Dentro se encontraba el Video Killed the Radio Star. Toda la obra trataba plasmar cómo la tecnología podría alterar la promoción de las artes. No sería tanto una crítica sino una reflexión en voz alta. Fue gracias a la radio que sus sonidos se dieron a conocer pero paradójicamente sería la televisión quien les daría el gran empujón.

MTV, que en aquella época era una telefórmula musical y no la actual con reality shows, escogió su hit para iniciar su actividad en 1 de agosto de 1981. Paradójico o no la realidad es que los medios radiofónicos vieron como él exito de un tema musical ya no les pertenecía en exclusiva y, poco a poco, vieron como las emisoras de televisión mataban a la estrella de la radio.

Cuando Internet empezó a entrar en los hogares lo hizo a base de enrutadores de 56k, unos grillos horribles que permitían al usuario conectar su ordenador a través de la línea telefónica a un servidor y así acceder a la red global de ordenadores y servidores conectados.

La Red creció con cuentas de correo gratuitas, chats y páginas de información. El usuario medio sólo podía leer y realizar pequeñas comunicaciones. Poco a poco fueron apareciendo los foros donde compartir opinión y más adelante los blogs. Sí, costó un tiempo hasta que el escritor pudo escribir y el creador crear en igualdad de condiciones. El desarrollo técnico creó entornos sencillos y plataformas abiertas para que cualquier persona pudiera publicar.

Blogger cumplió 18 años hace a penas un mes. Un 23 de agosto de 1999 iniciaba su actividad con Pyra Labs. Una empresa tecnológica que explotó tras la burbuja y que fue adquirida por Google 4 años más tarde. El corto viaje de esta empresa en solitario no sólo se debió a su ningún plan de viabilidad económica sino también al interés de las que serían más tarde «las grandes de Internet» de dominar los contenidos.

El bloguero, aquél que escribía en los blogs, tenía en sus manos un espacio público para expresarse y los que lo hacíamos subíamos poemas, o diálogos ficticios, nuestros propios artículos sobre música, recetas de cocina, viajes exóticos, etc. sin más intención que la de compartir el contenido.

El espíritu de monetizar el contenido, es decir de sacar pasta por el blog, entró en juego (sobretodo) cuando Google hizo su aparición en escena. Ellos iban a rentabilizar el fallido negocio de Pyra Labs pero necesitaban justificar los banners publicitarios en mitad del contenido de los autores.

¿Cómo explicar que ahora saldrían anuncios entre tus artículos? Ofreciéndote una parte variable sobre ellos bajo una medición que jamás ibas a conocer. Es decir, tú escribías gratis que nosotros te pagamos lo que queramos.

A la gente no nos pareció importar. Cedimos en ese momento a una supuesta evolución natural que permitiría la subsistencia de Blogger, nos permitiría seguir escribiendo gratis y, además quizás cobrar por ello.

El algoritmo alquímico que te haría rico no lo ibas a saber pero, por si acaso, era imprescindible autopromocionar el blog. Con esto los de Google recibirían más pasta y tú, quizás, cobrarías más. Por si acaso y contra toda sospecha salieron bloggers famosos que nadaban en monedas de oro gracias a su talento.

Los foros se convirtieron en «oportunidades» para recordar a la gente que existía tu blog, y enlazarlo. Las cajas de comentarios de las noticias de los periódicos eran perfectos para «de paso» apuntar a la gente haca tu reflexión personal.

Los blogs fueron perdiendo el espíritu más punk para peinarse la cresta al lado y rentabilizarse. Esta fase del yuppismo bloggueril empezó a generar un afán por ser conocido; el autor pasaría a ser más importante que la noticia.

Obviamente en este viaje al centro de la historia del contenido me estoy saltando muchos eventos importantes por una cuestión de extensión pero de quien no me puedo olvidar es de Facebook. Su aparición fue un hito realmente importante.

Facebook aparecería un año después de la compra de Blogger por parte de Google. Sus inicios era un poco spammers y te invitaban a unirte a una red privada donde podrías encontrar a amigos y tal. A quienes el Internet no nos pillaba de sopetón ni por detrás, le dimos el valor justo: era un puñetero forum con perfiles de usuario. Nada nuevo.

La idea de Zuckerberg y sus amigos no era nada nuevo, la verdad, pero supo aprovechar el factor nostalgia/ hace-mucho-que-no-te-veo para crecer. En pocos años pasó de ser algo para geeks y despistados de yo clico a todo lo que me envíen a ser uno de los mayores colectores de contenido del mundo.

La grandeza del actual Facebook se basa en cada vez que uno de sus usuarios comparte algún «recuerdo». El acceso a la página principal es el de leer lo que han escrito tus amigos o la atrevida pregunta «¿En qué estás pensando».

A Zuckerberg se le ponen los pezones como campurrianas cada vez que uno de nosotros comparte algo porque eso significa tráfico, datos personales y otras cosas que él puede vender. El servicio es gratuito para el usuario, o eso se le hace creer, pero la verdad es que se ha convertido en un entorno de capital privado donde compartes tu intimidad y tu creatividad a cambio de nada.

Los bloggers que enlazaban sus artículos en las cajas de comentarios de El País ahora lo harían en Facebook. La «viralidad» o capacidad de repercusión del enlace se multiplicaría como un Gremlin en un jacuzzi. Facebook acabaría por decir: «tráeme tu contenido que yo te lo hago popular».

Pero Zuckerberg no es mega rico por ser generoso sino por vender cosas tuyas sin que tu te enteres. Mientras le das las gracias a Mark por dejarte compartir tus artículos en su red social, él decide qué contenido es relevante y lo posiciona: no te lo posiciona ni bien, ni mal, sino que te lo posiciona «no sabe / no contesta».

Si quieres petarlo en Facebook has de pagar por ser un «post recomendado» (lo recomienda Don Dinero). La viralidad se consigue más fácilmente si tu contenido está escrito «dentro de la red social». Tu contenido es menos relevante si enlaza a un sitio ajeno.

Finalmente la red social está creada como un peaje de la información en el que el internauta depende de las leyes de qué está permitido y no (prueba a publicar una foto de un torso femenino y verás qué pasa), el internauta pierde el control de qué es tendencia o no (pregúntales cuál es el criterio de posicionamiento) y el internauta cede intimidad voluntaria e involuntariamente a cambio de un servicio que se dice gratuito.

En todas estas ¿dónde está el blogger? El blogger de hoy en día quiere ser famoso, una estrella con influencia e ínfulas que sea el referente de adolescentes y mayores. El blogger ya no es el artista en pijama que comparte de forma altruista. Ahora se es youtuber con trucos de belleza, demostraciones de productos y triviales opiniones sobre cualquier tema.

Antes ser blogger te permitía ser subversivo, ser diferente, ser otro que no eres tú o quien te gustaría ser. Ahora se quiere ser uno mismo, en todas las dimensiones de la intimidad propia; demostrando lo natural que es uno en su cotidianidad y convirtiendo en genialidad la deglución de una cucharada de canela en polvo.

Las redes sociales son responsables de muchas cosas buenas pero, sin haber inventado nada nuevo, han conseguido privatizar la comunicación libre. Un Facebook, Twitter o Youtube, son ejemplos de facilitar la comunicación entre personas alrededor del mundo y de ofrecerles la ansiada fama. Eso me recuerda aquello de:

Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar (con sudor)

 

Imagen por Rachael Crowe

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

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