Malick no es de por aquí

Poco sabemos de Terrence Malick aunque aproximarse a la figura de este cineasta es difícil. El muro que blinda su personalidad no hace otra cosa sino reforzar el estigma de un un artista que genera debate. Su cine no deja indiferente pero añadir algo que no se haya dicho ya del director de Malas tierras es harto complicado.

Para bien o para mal sus películas han sido etiquetadas hasta la saciedad. Filosóficas, lentas, pretenciosas, adoctrinantes, fascinantes, potentes o deslumbrantes entre otros adjetivos adornan las críticas a sus obras. En sus fotogramas habitan criaturas extrañas. Desde delincuentes con look a lo James Dean a soldados con aliento poético y hasta dinosaurios empáticos o con atisbos de piedad.

Personajes siempre interesantes. Pero no es lo anteriormente apuntado lo que distingue al director texano del resto de cineastas de su generación. Su verdadero talento es el de ser un prestidigitador de imágenes. Un creador de universos terrenales que poco tienen que ver con lo terrenal. Lo visual supera a la propia historia.

Malick director de cine

 

Es verdad que sus películas adolecen de metraje excesivo, de montajes caóticos y que la importancia que les da a los actores es la mínima imprescindible. Esta última característica es muy Kubrickiana. Director británico y estadounidense tienen ciertas similitudes innegables.

En los últimos años ha sorprendido por el hecho de que rueda más de continúo. No tengas prisa Terrence. Te queremos igual. Porque a pesar de tus defectos eres de esos privilegiados del mundo del cine que puede decir orgulloso que es un autor. Con todo lo que implica esa palabra.

Sí tenéis uno de esos días marrones que diría Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, os recomiendo que os pongáis la banda sonora de La delgada línea roja. Journey to the line o uno de esos cantos melanesios pueden hacer maravillas en el estado de ánimo.

Para los no iniciados advierto que os costará acceder a su narrativa o ausencia de la misma. Una vez pasado el umbral quizás os agrade el descomunal mundo interior de un realizador peculiar.

Rodar con ese lirismo está al alcance de muy pocos. Definitivamente, Terrence Malick no es de por aquí.

 

 

Manuel Cobo

Manuel Cobo

Abogado no ejerciente y cinéfilo empedernido. Siempre en decadencia.

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