Reiniciando a Thor

La tercera entrega de Thor se ha convertido en un apéndice de Guardianes de la Galaxia y por eso nuestro amigo verde se encuentra triste y confuso. Además para colmo de males, ha aterrizado donde Dios dio las tres voces, dejando atrás a todos sus amigos. En un sitio donde Jeff Goldblum es el amo y señor. Todo muy deprimente. Finalmente el bueno de Bruce Banner encontrará a su amigo. Aquí es donde todo empieza a fluir hacia ese nuevo territorio. Definitivamente, las aventuras del dueño del Mjolnir tienen otro tono.

Este no es mi asgardiano, me lo han cambiado. Debió de pensar La Masa enfurecida. Pero no hay que alarmarse. Thor: Ragnarok es un divertimento pop espacial disfrutable. 

El Dios del trueno se ha transformado en una especie de Drax el destructor con el halo de rol principal. Lejos queda ya aquel vikingo espontáneo y naif que también se ponía shakespeariano cuando la ocasión lo requería. Ains Branagh se te echa de menos. Está claro que esta tercera entrega del asgardiano más famoso, con permiso de su hermano, quería ser una reformulación. Un reinicio, no ya de las aventuras en solitario de nuestro tozudo melenitas, si no también un cambio de estilo de todo el universo Marvel que ha creado Disney para aventurarnos a esa enésima traca final que promete ser Infinity War.

El espectador exigente puede advertir síntomas de agotamiento en este plan maestro de Kevin Feige. Tras casi 10 años es normal. Discurriendo ya sin complejos por los territorios de la opereta espacial, Thor, Loki, Hulk y Valkiria (No rellena el hueco de Jane ni el de Lady Sif) se enfrentan a nuevos villanos. Villanos decepcionantes  que pasan a engrosar la galería de malos desaprovechados de la factoría. No es corta la lista.

Vuelve a brillar Tom Hiddleston como de costumbre y Jeff Goldblum vuelve a ser un sí, pero no. Un resumen perfecto de su carrera. Por su parte Cate Blanchett hace lo que puede con esa diosa de la muerte. No es el guión la parte más brillante de la cinta. La sensación de que el estudio le pone más entusiasmo en escribir bromas autoreferenciales en los diálogos que en la coherencia de la trama es constante. Si para colmo van a poner de moda el cameo de la estrella o pariente de turno; esta película puede ser el punto de no retorno hacia el ocaso de esta edad de oro del cine de superhéroes.

La sensación de película puente entre las entregas de los Vengadores es inevitable salvo en esa Vengadores camuflada llamada Civil War. Esperemos que Black Panther no se ponga a bailar una de los Jackson’s five o haga una broma sobre los pantalones ceñidos de Tony Stark. En todo caso, Marvel Studios sigue teniendo crédito para rato. En 2018, los hermanos Russo volverán a darle el impulso y toque serio a este universo cinematográfico. En este año agonizante la obra adulta de este género la vimos de la mano de Mangold y Jackman.  Esperemos que la alternancia entre divertimento y seriedad no se pierda. Un Logan de vez en cuando nos recuerda porque nos gustan las pelis de superhéroes,

En la elección de las canciones casi nunca se les puede decir nada a los de la Casa de las Ideas.

 

Manuel Cobo

Manuel Cobo

Abogado no ejerciente y cinéfilo empedernido. Siempre en decadencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *