Productos de etiqueta: se vende más por el diseño

Si la Biblia es el libro más difundido por el mundo, el bote de champú es el texto más releído en todo el planeta. Cada uno de los productos que compramos está marcado con un papel adhesivo sin el cual no nos decidiríamos a comprarlo. ¿Eres uno de esos que compró vino porque la etiqueta era “chula”?

La palabra etiqueta viene del francés etiquette, y del neerlandés stikken, que quiere decir “sujeto” o “pegado”. Pero en nuestro idioma significa (entre otras cosas) lo que para medio mundo es: un adhesivo en un producto que le ayuda a distinguirse. Pero una etiqueta sirve para bastante más que bautizar un producto con un nombre comercial:

 

  • Nos da información sanitaria y nutricional
  • Nos convence de que el producto es idóneo para nuestra necesidad
  • Ayuda a que distingamos de qué tipo de producto se trata a través de codificaciones como el color, la forma, etc.
  • Esconde los códigos de barras, imprescindibles para su contabilidad, facturación, etc.
  • Permite que se escondan sistemas de seguridad y protección. Así se evita que sean fáciles de robar
  • Nos recuerda la importancia de ser ecológicos y de dónde depositar el residuo
  • Nos advierte de las consecuencias de su uso inadecuado
  • Y un largo etcétera que puede variar en función de la propia etiqueta.

trilogía de vinos ‘El Pícaro’, ‘El Recio’ y ‘El Viejo’ de Matsu :: Imagen de Jacinta Lluch Valero @FlickrEl producto sin etiqueta (o un producto de marca blanca) tiene la misma calidad, o no que el producto vestido de marca, pero un adhesivo le aporta exclusividad, lo hace único. Además de ser su seña de identidad y su ventana de información, tiene otras utilidades.

Muchas de ellas son pequeñas obras de arte gráfico, así como el resultado de muchas horas y bastante talento de grafistas, diseñadores, o incluso pintores o artistas reconocidos. Alphonse Mucha, genio modernista donde los haya, dotó a las etiquetas de algunos productos de la personalidad y de la fuerza necesaria para que sean dignas de exposiciones y museos.

Claudi Mans les llama haikus, en referencia a las obras japonesas que reducen su poesía al minimalismo de tres versos. El divulgador científico en su obra “Los secretos de las Etiquetas” las eleva a la categoría de genialidad, y es que el trabajo que comporta cada una de ellas es digno de estudio.

No sólo por la labor de marketing para que el diseño transmita valores y cualidades que el propio producto no tiene, sino también por el esfuerzo del creativo que plasma gráficamente y del creativo que resume en poco espacio la información suficiente como para que el producto “respire” como un ser vivo.

La etiqueta, el diseño del producto, la campaña de publicidad, el cómo se va a ver en la estantería de la tienda. Todos estos detalles deben estar cuidadosamente estudiados para que el cliente se aprenda nuestro mensaje y el producto llegue a los hogares de los clientes.

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