El inevitable hecho de contar historias y la multinacional que te las venda

Desde que se nos despierta la imaginación hasta el momento en el que aprendemos a desarrollarla en cualquier expresión artística, se produce en nosotros una irrefrenable adicción al mundo imaginario en el que las situaciones se doblegan a nuestra voluntad. El poder de la creatividad nos da la salida a anhelos, deseos, frustraciones, proyecciones… Y ahora vivimos rodeados de gente que escribe y quienes han publicado un libro, aún titubean para autoproclamarse «escritores».

«Tuve una idea una tarde con unos amigos y la escribí. Empecé a desarrollarla y la subí a Amazon…». Así podría empezar la historia de muchos autores que se han autopublicado. Lo fácil sería decir que ‘cualquier hoy en día puede publicarse’; lo cierto es que no todo el mundo puede escribir y es muy positivo que de toda esa gente que sí que tiene ésta habilidad, muchos puedan ver sus obras en papel.

Una de las personas del sector editorial que más leo es Mariana Eguaras. Su blog es de esos recursos para editores y autores que inspira y da caña por igual. No se anda con medias tintas y, aunque no la conozco personalmente, intuyo que tiene que tener un carácter con mucha determinación.

De ella siempre me sorprendió lo pragmática que es a la hora de defender «lo moderno» y lo que acaba de llegar. Es lo que en lenguaje marketiniano podrías llamar una «early adopter» que es capaz de razonar los pros y contras del desembarco de la tecnología sobre la industria de las historias en papel.

De entre sus razonamientos me quedo con lo positivo del hecho de autopublicarse en un par de clics y también de lo crítica que es cuando lo que se imprime en forma de libro no tiene corrección, maquetación o se nutre de imágenes robadas para portadas de imitación a best seller de tapa blanda.

No todo el mundo puede escribir una obra perfecta a la primera y mucho menos presentarla con las garantías y calidades que un libro se merece. Un libro de calidad necesita muchas disciplinas que difícilmente una persona sola puede dominar.

Autopublicarse no es la mejor opción

La autopublicación es una herramienta pero no es una finalidad. No es sostenible y en sí misma es dañina. Libros con errores en paginación, faltas de ortografía, con imágenes e ilustraciones «robadas», etc. Es como viajar en el tiempo y darle un rodillazo en los «www» al mismísimo Gutenberg. Un mercado editorial sostenido en eso sería un caos no sólo en la calidad de los productos sino también la extinción de maquetadores y diseñadores, correctores, etc.

Existen muchas maneras de probarla: Amazon, Lulu.com… pero no nos engañemos, Carlos Ruiz Zafón seguirá por muchos años con Planeta. Es una buena primera opción.

Entonces… ¿la autopublicación da cáncer?

Pues no, ni mucho menos. Como decía antes es una herramienta y no una finalidad. No hay que mirar a Amazon como una editorial sino como una imprenta barata y un distribuidor perezoso. Lo mismo que hace Amazon lo podrías hacer con la imprenta de tu barrio. Si esperas que Amazon te promocione como si fueras Jay Asher estás en un grave error. Necesitarás persistir mucho para llegar a un público que te venere como a un Justin Bieber descamisado.

Como herramienta es genial si eres autor y quieres ver tu idea en papel (espero que hayas pasado primero por el Registro de la Propiedad Intelectual). Para las pequeñas editoriales es un buen tester de una obra y sirve para lo que sirve: imprimir libros a lo fotocopiadora pero con tapa engomada. Para las escuelas y centros de formación puede ser un buen reclamo para profesionalizar sus temarios y ponerlos a disposición de los alumnos.

¿Y si Penguin Random House no me quiere publicar?

Pues mientras Penguin Random House no siga comprando editoriales y acabe comprando hasta tu cajón de la ropa interior, las opciones de editoriales independientes y medianas está ahí. Hay un crecimiento muy interesante en el mercado editorial y eso quiere decir que hay más posibilidades de que tu obra tenga aspecto de libro y no de residuo de imprenta.

Desde luego la opción de autopublicarte puede funcionar y quizás vendas muchas obras, te conviertas en el autor o autora revelación y triunfes más que la sardina en oferta pero no podemos convertir lo anecdótico en una norma y quedarnos tan tranquilos.

Los derechos y tal… ¿qué?

Pues hay que ir con mucho ojo. ¿Verdad que no alquilarías tu casa sin comprobar que quien te la habita va a hacer un buen uso de ella? Pues una obra es algo similar. No la vendes sino que la alquilas. Tú eres la única persona que posee los derechos y las editoriales te pagarán un «alquiler» por usar tu obra.

Hay muchos oportunistas que intentarán marearte con palabrería legal y que, aunque se denominen editoriales, no lo son. Una editorial, empecemos por ahí, deberá hacer un curaje real de las obras que le llegan, es decir SELECCIONARÁ las obras antes de ponerles un dedo encima. Ellas quieren dinero y tú también, así que si alguien te quiere publicar sin preguntar… sospecha.

He oído a varios escritores que me decían: «he fichado por la editorial triángulo verde» (*nombre ficticio para no ofender a nadie). Sonaba como si Ronaldo hubiera fichado por el Hércules. Lo primero que le hicieron es firmar papeles (lo primero), después dijeron que se habían leído la obra. En unas semanas ya la estaban tuiteando.

La prisa que tenían por el tema del contrato se reduce a dos cosas: no te vayas con otros y cédeme tus derechos desde ya.

Obras en cadena y a granel

Estoy convencido que el proceso es similar al de partir almendras. Cuando era niño me sentaba con mi madre debajo del almendro y empezábamos a partirlas con dos piedras. Ella las partía y yo las separaba: en un cubo la molla y en el otro la corteza. Por un lado entra el documento word y por el otro un diseñador le mete una portada random y una maqueta simple en InDesign.

Nada bueno puede salir de lo que se hace sin amor y sin pasión. Huye muchísimo de quienes te vendan tener tu libro listo en 3 días porque para eso vete a Amazon, en serio. Quizás vendas menos pero vendas lo justo.

Me dejo en el tintero a esas editoriales que te piden dinero por publicar, las que tienen un catálogo de libros que ni Ptolomeo en la Biblioteca de Alejandría y tantas otras que se aprovechan de autores y artistas.

No te hace falta llegar hasta esa multinacional que te venda tu novela o ensayo, hay muchísimas opciones intermedias hasta que eso llegue per recuerda que lo más importante es que siempre siempre tengas control de tus derechos y que nadie juegue con tus ilusiones.

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

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