¿Y si tu opinión no es un derecho?

El poder de las redes sociales es indiscutible pero todo poder exige una gran responsabilidad, Spiderman dixit. ¿Somos responsables de lo que decimos y a quién se lo decimos? Sin duda no es sano estar pendientes de lo que los demás piensan pero cuando hay una notificación en tu móvil avisándote la tentación es muy grande.

Desde que empecé a leer con cuatro años mi curiosidad fue en aumento exponencial. Cuando aprendí a escribir gracias a mi madre noté una fuerza creativa que empezaba a crecer dentro de mi. El poder de la escritura es grandísimo.

Hace unas semanas la escritora María D. Perez me hablaba de la inmortalidad del autor: sus palabras quedan en papel y en el recuerdo de millones de personas y de manera casi indeleble se perpetúan años y años.

Hoy en día la comunicación verbal va de capa caída, la gente ya no habla tanto. Ha aumentado la comunicación escrita a modo de mensajes de textos, correos y whatsapps. Además hay actualizaciones de estado de Facebook o cualquier red social donde la gente comparte su día a día, sus opiniones personales, etc.

Las redes, entre ellas Internet, han favorecido que la gente use la escritura más. El fenómeno de la autopublicación ayuda a que millones de personas puedan publicar sus propios libros. Las letras viven un rebrote sin precedentes, mucho más allá de la invención de la propia imprenta.

Y todo el mundo puede compartir lo que piensa y todo el mundo es autor; puedes escribir un micropoema mientras cagas y publicarlo en Twitter. Si has tenido un problema con Mercadona lo subes a modo de publicación enfurecida a Facebook. Si alguien escribe sobre un tema político que te interesa puedes enviarle a la mierda cuando no estás de acuerdo.

Dije en un artículo anterior que mucha gente en Twitter va empapada en gasolina; a la que salta una chispa arden y queman a su paso. El poder de la palabra es mayor cuando está escrita que cuando es pronunciada. Nadie quiere que ese poder caiga en manos de gente en desacuerdo.

Discutir es sano y confrontar opiniones es un ejercicio esencial para crecer como sociedad. La involución social viene cuando las personas no escuchan. Desaprendemos cuando respondemos sin prestar atención.

En las redes sociales puedes ver insultos a políticos, a personas conocidas y a personas anónimas. Le gente excede las diferencias de opinión llegando a ser hirientes. Ridiculizar a la persona, su opinión, forma parte de una nueva especie de moralidad en la que todo vale para tener la razón.

Hablamos del derecho de expresión o del turno de réplica pero no hablamos de la responsabilidad de lo que decimos y muchísimo menos de lo que respondemos. Escuchar es la clave. Le damos a la opinión un valor elevado, sobre todo si es nuestra. En la mayoría de los casos nuestras opiniones vienen por contagio o por herencia y no por rumiar nuestros propios pensamientos.

Tener opinión no es un derecho, es una responsabilidad. Decir lo que piensas es exponer una parte de tu cerebro y otra de tu corazón, razón y sentimiento.

Una buena opinión es la propia pero de esas no nos quedan.

Por cierto, llegado a este punto de mi finalización del artículo y antes de que nadie se anime a discutir la autoría del «un gran poder exige una gran responsabilidad», no fue Spiderman quien la dijo sino su tío Ben, aunque después él la repitió en varios cómics posteriores.

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

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