La soledad te avergüenza

Aunque nadie lo admita, cuando la sufre, la soledad es un tema tabú. Decía Publio Terencio que “resulta muy fácil a los sanos dar consejos a los enfermos” y la verdad es que todo aquél que habla de la soledad como sin sonrojarse no la conoce de verdad; La soledad es una enfermedad que se vive en silencio.

Hace unas semanas se hizo viral la historia de una señora californiana que le envió una carta, sí carta de papel y bolígrafo, a su vecina. Traducido del inglés la señora decía:

“Señorita X:

Tendría usted la consideración de ser amiga mía. Tengo 90 años y vivo sola. Todos mis amigos ya han fallecido. Estoy tan sola y asustada. Rezo por tener a alguien.”

La señora tiene 90 años, se llama Marleen y vive sola. La nota a su vecina hizo que esta reaccionara ante su llamada de auxilio y, en los tiempos que vivimos, lo compartió en las redes sociales con la finalidad de dar a conocer y quizás concienciar.

Es triste esta historia real, pero más triste son todas aquellas que no se publican en las redes sociales, que no leéis aquí en Magazing, historias consuetudinarias que ignoramos por pereza, por desinterés y/o egoísmo.

Vivo en Londres, una de las ciudades más impresionantes de Europa (al menos pre-Brexit): conciertos en cualquiera de los miles de pubs, fiestas súper extravagantes, museos gratis, etc. Muchos estímulos para el entretenimiento que atraen a turístas y gentes de todo el mundo. En cambio la ciudad tiene un lado oscuro, como el de la luna. Muchísima gente se siente sola en silencio.

Tres años pasó Joyce Carol Vincent fuera del radar de todo el mundo hasta que un día la encontraron muerta en el sofá de su casa viendo la tele. Esta londinense fue encontrada en 2006 rodeada de regalos de Navidad envueltos y su televisor aún encendido. Un ataque repentino la dejó sin vida. Nadie la echó en falta: familia, amigos, vecinos, etc. Y sólo encontraron su cadáver cuando la policía judicial quiso cobrar esos tres años de atrasos del pago de su alquiler.

Que no os parezca tan extraño este caso, un año han tardado en echar de menos a una señora en Madrid que, desafortunadamente, encontraron muerta también. Ángela, que es como se llamaba, tenía 52 años cuando falleció por muerte natural en su casa. No vivía en una gran metrópolis sino en un municipio de 3.000 habitantes llamado Valdilecha.

¿Queréis que os cuente algo más? Los que habéis llegado hasta este párrafo que estoy escribiendo ahora mismo lo habéis hecho por uno de estos tres motivos: porque el asunto os ha generado curiosidad (morbo), porque tenéis miedo a sentiros solos pero no sabéis en qué punto estáis, o porque estáis indignados con estas cosas.

Tristemente a una gran parte de las personas que les ha llegado este artículo les ha dado por pensar que es un tema aburrido, que el artículo es demasiado largo, que no hay tetas o gatitos o gatitos sobre tetas, o que ya lo leerá en otro momento porque ahora le dará el bajón.

La soledad es un tema apestado, rechazado por la sociedad. Estar sólo es triste pero sentirse sólo es deprimente. El que está sólo es porque quiere y es que, como dije al principio en palabras de Terencio, es fácil dar consejos a los enfermos cuando a mi pitiplim.

La soledad consume a las personas, aisladas en sus casas, autobús, supermercado o en una fiesta llena de gente. Pocos valientes levantan la mano para reivindicar un derecho y es el más básico que tenemos los humanos: “no estar sólos”.

Asociamos la soledad a los ancianos por un tema de muerte de sus amigos y familiares, como es el caso de Marleen pero no es cierto. Una niña anunció su propio suicidio en las redes sociales hace unos días y un guardia civil acudió en su auxilio disuadiéndola de ello. La muchacha estaba siendo acosada en el colegio y el término bulling, que no es más que un anglicismo para no enfrentarnos a lo que en realidad es, hizo que se sintiera sola y rechazada.

Yo no creo que los niños sean crueles, creo que les enseñamos a serlo; a veces porque les alentamos a burlarse de quienes son díferentes y en muchas ocasiones porque no les explicamos qué es la soledad y qué provoca en las personas. La soledad mata y quienes participan de ella son asesinos involuntarios/imprudentes.

Quiero despedir este artículo con un buen sabor de boca y para ello hablaré de mi madre. Ella tiene 70 años, muy bien llevados haya que decir. Si una lección de vida he de escoger sobre las miles que me dio está la de cuidar de los demás, no importa quienes sean o quienes hayan sido.

Recuerdo a mi madre cuidando de mi tío (su cuñado) que era un hombre soltero con demencia: le buscaba ropa, le hacía la compra, le invitaba a comer en casa, etc. Nunca le quitó su libertad de vivir sólo pero nunca lo dejó en soledad. Años más tarde volvió a hacer lo mismo por otra señora en similar situación, en este caso no era ni familia nuestra.

Mi madre nunca esperó nada a cambio, le nació del corazón. De esta gente sólo le quedan bonitos recuerdos de superación.

Como mi madre hay mucha gente, lo sé, y para mi es inspiración de vida. Ahora que mi madre es la «señora mayor» nos la rifamos porque un minuto de su compañía vale todo el oro del mundo. Llámale karma o llámale justicia pero ella nunca estará sola.

No hay post de Facebook millones de veces compartido, ni tuit retuiteado por Obama, que dé tanta felicidad como la de sentir el cariño de los tuyos, o de cualquier desconocido. Dicho esto, ¿por qué no coges tu Whatsapp y le escribes a la última persona de tu lista de chats? Simplemente pregúntale: ¿Qué tal estás? Y escucha.

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

Un comentario en “La soledad te avergüenza

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