Unidos jamás seremos vencidos

El pasado lunes 16 de octubre mi querida Asturias amaneció bajo una nube de humo, con olor a chamusquina, en penumbra, entre tinieblas, con cielo rojizo.

Según iba amaneciendo hemos vivido momentos de incertidumbre. Cuál ha sido mi sorpresa al conectar Twitter y conocer la situación que estábamos viviendo en esos instantes, 35 incendios forestales activos en 19 concejos de Asturias, y la Reserva Natural de Muniellos ardiendo. Para quién no lo sepa esta reserva natural es el mayor robledal de España, una zona protegida de unos 57 kilómetros cuadrados de extensión que alberga robles centenarios de distintas especies, de hasta seis metros de diámetro; así como hayedos, abedules y acebos que forman parte del hábitat de dos de los emblemas de sus bosques: el oso pardo y el urogallo, especies en peligro de extinción.

Mi cara se tiñe de tristeza y desolación. Por dentro, mi alma y corazón se rompe en pedazos por la rabia e impotencia de no poder hacer nada, y ser consciente de que estos incendios han sido posiblemente provocados por el hombre.

Continúo leyendo las noticias y veo que también nuestros vecinos de Galicia, parte de Portugal y León también están siendo víctimas y su tierra está siendo consumida por el fuego.

No dejo de pensar en esas personas que no tienen corazón y atentan contra nuestras tierras, nuestra vegetación y animales.

Sin duda, lo que más quema no son las llamas, lo que más ahoga no es el humo. Lo duro es saber que esto ha sido provocado y que nadie hace nada para evitarlo.  

Mientras escribo estas palabras siento que el mundo se derrumba a nuestros pies y que no estamos actuando correctamente, ni tomando las medidas oportunas para evitarlo. Me he dado cuenta de que las banderas no son lo importante, si no la colaboración humana.

Ojalá nos diésemos cuenta de que necesitamos estar unidos para plantar cara a todas esas personas que quieren destruir nuestro mundo, que pretenden que la sociedad sea un infierno y que nos veamos abocados al más absoluto fracaso, a perder la dignidad y a competir los unos con los otros.

A veces pienso que nadie se da cuenta de la situación o que sólo unos pocos parecen darse cuenta, pero no hacen nada al respecto. Hablamos de libertad en muchos aspectos de nuestra vida, pero no luchamos por la libertad de las personas, del pueblo, de la sociedad. Hemos perdido la educación, el civismo, la unidad; sólo buscamos la destrucción, la maldad, la hipocresía.

Quizás sea una ilusa o una soñadora, pero ojalá volviera todo a encajar, ojalá el mundo no se destruya en pedacitos poco a poco, ojalá volviéramos a unirnos todos para luchar porque el mundo sea un lugar mejor para vivir.

Mucha fuerza y esperanza para todos. 

Beatriz Infanzon
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Beatriz Infanzon

Nacida a mediados de los años 80. Creo historias emocionales utilizando técnicas de storytelling, branding emocional y el poder de las Redes Sociales. Amante del cine, un buen libro, la música, las series; me considero una persona ecléctica, abierta a nuevos proyectos y colaboraciones. Sonrisa como filosofía de vida.

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