El porno es la base de Internet

Internet no se podría comprender sin el porno y el tema es claro; tanto en la superficie como en la darknet (la red paralela de acceso restringido) el negocio de mayor tráfico es el de las carnes en estado sicalíptico. En el Internet actual todavía se busca una justificación a su existencia y la respuesta provisional sigue siendo: «compartir». Pues en eso la industria del porno fue pionera.

¿Quién no se la ha meneado nunca con vídeos de Internet? ¡Yo el primero! (si no lo has hecho nunca siéntete muy libre de contarnos tu «no-experiencia» en la sección de comentarios.

Se suele decir en marketing que el «contenido es el rey» y aunque eso es algo cuestionable para algunos marketeros, en la industria del porno lo tienen muy claro: «tiran más dos tetas que dos carretas».

Un poco de historia

El inicio de Internet no fue mediante servidores de «libre» acceso como hoy en día. Fue un crecimiento algo tímido de una red menor de ordenadores que inició un intercambio de ficheros. A partir del inicio de la  Red Informática Mundial (WWW) en 1991 es cuando las cintas de VHS y los DVD pegajosos dieron paso al intercambio veloz de los archivos .avi.

Las páginas porno mostraban inicialmente una colección de fotografías que cargaban a la velocidad de «más te vale tener aguante o descargas tú antes que ellas». Pero poco a poco se fueron introduciendo contenidos multimedia, especialmente apoyados en el vídeo streaming. Innovaciones como el video-chat abierto al público fueron precursores de otras como los dispositivos que te dan vibraciones según el público paga por ello. Sí, el Internet de las cosas no sólo son relojes inteligentes o neveras que hablan, también hay dildos que vibran a voluntad de tu audiencia.

El porno estableció métodos de monetización más allá de la inserción publicitaria como la compra de tarjetas de acceso en los kioscos y pronto aparecieron las pasarelas de pago que aceptan VISA, Mastercard, Paypal en general… y bitcoins en muy particular.

 

El porno da dinero

Nada de esto sería posible sin el hecho de que el porno es muy rentable. Obviamente no a todos los niveles pero es una industria que crece y crece sin, por el momento, ninguna curva de inflexión.

Ganan dinero las empresas que se dedican a la distribución y es que las que otrora se dedicaban a grabar en cintas de VHS, pronto vieron la oportunidad en Internet de multiplicar sus beneficios con menor inversión. En la industria del porno el riesgo casi siempre juega en tu favor.

 

Las cifras dan vértigo

Según un estudio del prestigioso portal de folclore lírico Pornhub la cantidad de vídeos visualizados fue 91.980.225.000, lo que querría decir que cada humano vivo de este planeta vio, sólo en este portal una media de 12.5 vídeos. En un sólo año se han consumido 524.641 años de reproducción (nunca mejor dicho) y esto se traduce en 64 millones de vídeos por día.

El país que más porno consume es Estados Unidos, seguidos de la fría islandia, Reino unido ocupa el tercer puesto por segundo año consecutivo y Canada le sigue en cuarta posición. El quinto es Nueva Zelanda, Irlanda ocupa el seis y le sigue Noruega en séptima. Las tres últimas posiciones en el ranking de 10 la ocupa Australia, Suecia y Holanda.

La mayoría del porno legal se basa en tendencias muy concretas: sexo lésbico, madres, adolescentes, sexo animado además del hentai y también el anal. El ñiqui-ñaca en situaciones rocambolescas pero reales gana terreno con ficciones sonoras artificiosamente imposibles.

 

Contenido gratis, beneficio neto

Con estos datos no es de extrañar que cada vez más hayan usuarios que pasan a ser actores. ¿Os suena? Sí, antes de que Wismichu o TheAurorix fueran youtubers habían pornotubers que compartían sus sexos en pareja, o solos, con intenciones económicas o simplemente por altruismo.

La industria lo vio claro y rápidamente se echó al saco esas miles de horas de meneos, sobeteos y babeos varios que los usuarios compartían sin pudor. De repente obtuvieron millones de horas de contenido gratis que incrementaron sus beneficios exponencialmente. ¿Os suena? Sí, antes de que la gente compartiera sus intimidades en Instagram, Twitter o Facebook, ya subían vídeos y fotos personales (a beneficio del Zuckerberg del sexo).

Dating y porno se llevan bien

Me estaba examinando para sacarme el carnet del coche allá por el año 2000 cuando la examinadora, hablando de que había pillado a su marido meneándosela en Internet dijo: «en el mundo hay mucha soledad».

Hoy en día hay muchas personas que se han conocido por apps de ligoteo, antes de Tinders varios teníamos habían webs tipo Match.com, pero mucho antes de eso habían canales de IRC donde la gente nos lanzábamos a una sala de chat e intentábamos pillar cacho.

Aunque la soledad es algo que va al margen al estar rodeado de gente no son pocos los que buscan en las aplicaciones para ligar algo más que una relación sentimental, el sexting es una parte muy relevante del uso de Tindr, Grindr, Flickr… Ah no, esta última no.

La industria del porno es conocedora del baipás existente entre la necesidad sentimental de encontrar pareja y la de obtener placer sexual inmediato. Los banners caen estratégicamente en estas aplicaciones y sus bases de datos compartidas van, nuevamente, a la araña poderosa del universo porno.

 

Podemos hablar, sin dudarlo demasiado, que le debemos al porno el Internet que tenemos, dicho de otra manera: tenemos el Internet que el porno ha querido. Porque es muy difícil saber qué vino antes «si el huevo o la gallina» y porque si el sexo movió imperios de sitio, el imperio del porno nos mueve hacia donde quiere.

 

 

Robert Barber
Socializando

Robert Barber

Fundador de Magazing y de Gerunding Publishing.

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